martes, 14 de agosto de 2007

Ballena Franca Austral


En otoño, los gigantes se adueñan del Atlántico Sur. Cuando las aguas intensamente azules comienzan a llenarse de manchas negras es que han llegado las ballenas. Hay que prepararse para siete meses de saltos en el océano y de tiernas escenas entre madres y crías.
Los Golfos Nuevo y San José, que rodean a la Península Valdés, en Chubut, son el lugar elegido por la ballena franca austral para procrear y amamantar a su descendencia. El espectáculo está al alcance de los sentidos. Basta con trasladarse hasta Puerto Madryn -1250 kilómetros de Buenos Aires- o hasta Puerto Pirámides 100 kilómetros al oeste de Madryn.
La ballena franca austral es un cetáceo enorme: al nacer mide entre 4 y 6 metros y pesa 3 toneladas. Crece a razón de tres centímetros y medio por día, hasta superar los 12 metros y las 50 toneladas cuando es adulto. Las hembras son más grandes que los machos.
Estos animales llegan a las aguas del Chubut para aparearse.
Las ballenas comienzan a llegar a estas costas entre mayo y junio. Este año, se observaron algunos ejemplares en abril. Se quedan hasta noviembre o diciembre, época en que emigran hacia los mares más australes en busca de alimento.
La excursión de avistaje consiste en un paseo en lancha para acercarse a los animales. No está permitido tocarlas ni acercarse demasiado a ellas. De cualquier manera, es imponente permanecer en el mar, con estos gigantes alrededor.

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